miércoles, 23 de enero de 2008

Para Meditar


"El fruto del silencio es la oración,

el fruto de la oración es la fe,

el fruto de la fe es el amor,

el fruto del amor es el servicio,

el fruto del servicio es la paz."


Este breve párrafo me ha hecho pensar sobre algunos temas que escribo abajo. Pero en realidad no importa lo que digamos aquí, lo que importa es lo que te dice a ti el párrafo de arriba.

1.- El mundo ruidoso. Vivimos en un mundo que nos distrae. Eso no es ni bueno ni malo en si, simplemente los avances tecnológicos del hombre nos han colocado en un ambiente donde el silencio es una verdadera rareza. Pensemos un por instante cuántas veces nos subimos al carro y dejamos de encender la radio... Un mundo muy distinto debieron vivir San Agustín, Santo Tomás y otros grandes de la fe, cuyo silencio circundante les hacía pensar y meditar. Busquemos pues momentos de silencio y hagamos de él un instrumento que nos lleve a la oración. El hombre, como ser naturalmente religioso, debe tener espacios para encontrarse con Dios.

Estamos tan acostumbrados al ruido que es posible que el silencio nos perturbe, nos incomode. Pero debemos aprovecharlo para que sea fruto de oración. Dios siempre nos habla, el tema está en escucharle y para escucharle tenemos que hacer silencio. ¡Qué placer es estar en una capilla un rato solos, en silencio, poniendo en manos de Dios nuestras necesidades, nuestras debilidades, nuestras esperanzas! Pero como dice un amigo mío, “si quieres hacer reír a Dios un rato, cuéntale de tus planes, pero si quieres hacer feliz a Dios un rato, deja que Él te cuente los planes que tiene para ti”.

2.- ¡¿La oración y luego la Fe?! El fruto de la oración es la fe, dice la Madre Teresa. Muchos no rezan porque dicen tener dudas, porque dicen no tener una fe robusta. Resulta que la cosa es al contrario... La fe, al igual que la razón por cierto, es un don de Dios. Sin la ayuda de Dios no podremos tener fe. Por eso antes de tener fe, debemos aprovechar el silencio y convertir ese silencio en oración para pedir a Dios que aumente nuestra fe. Con solo pedirlo, ya estamos reforzando nuestra fe. ¿Será que el mundo actual vive como si Dios no existiera porque no tenemos espacios de silencio?

3.- Fe y Amor. La verdadera fe, debe ponernos en acción. Una fe que no se traduzca en amor operante, es una fe que debe ser revisada. Decía el P. Marcial Maciel, L.C. "el cristianismo sin la caridad es una farsa". La fe desemboca en el amor porque el objeto de la fe, es decir, Dios, es precisamente Amor. La fe debe comprometer a actuar y eso es lo que nos asusta y hace que salgamos corriendo. El compromiso aceptado con un amor libre es lo que nos libera y hace fuertes.

4.- Amor para servir. Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Para servir se requiere de caridad y humildad. Si servimos sin amor, como dice San Pablo "de nada sirve". Eso me recuerda la anécdota de aquel sacerdote que pasó gran parte de su vida poniendo sus esfuerzos en proyectos apostólicos de envergadura, todos en su parroquia o comunidad lo querían y admiraban grandemente, hacía el bien a todos y era un gran líder. Un día se enfermó gravemente y murió. Al morir escuchó una voz que le decía: ¿Quién eres? y el contestaba: "Señor, soy yo, fulano, tu sacerdote". Y escuchaba la voz que le contestaba, "yo no te conozco, tu has sido sacerdote de ti mismo". En eso comprendió que el Amor no era lo que guiaba su vida y sus proyectos y entonces escuchó una voz femenina, la Virgen, que decía: "dale una segunda oportunidad" y en eso revivieron al sacerdote en el hospital.

¿Cuántas veces ponemos a Dios como fin último y sentido principal de nuestro servicio?

5.- Servicio y Paz. En estas épocas de tanto egoísmo, esto es desconcertante. El fruto del servicio es la paz. Los grandes líderes mundiales hacen cumbres y planes para alcanzar la paz en el mundo, para desarmes nucleares, para vivir en un mundo más “seguro”. Paradójicamente nadie enfoca esos planes en la paz del hombre como individuo, como ser humano, como unidad, nadie se ocupa de la paz en la familia, en las relaciones entre amigos ¿Por qué? Porque esa paz, que al final se traduciría en la paz del mundo, se consigue con sacrificios, con humildad, con perdón, con generosidad, con servicio. Palabras extrañas hoy en día.

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